Se deben idear planes para enfrentarla, escribió el dueño de Microsoft, en un adelanto de su próximo libro ‘Ideas’.
No se debe asumir que la próxima pandemia será como la actual. Tal vez afecte más a los jóvenes y se propague por superficies o incluso puede ser producto de un ataque bioterrorista, por lo que se deben idear planes para enfrentarla, escribió el dueño de Microsoft, Bill Gates, en un adelanto de su próximo libro ‘Ideas’.
En el escrito que hizo para El País, titulado “Prevengamos la próxima pandemia mientras aún recordamos el horror vivido”, confió que “con algo de suerte”, se llegue a tratar a covid-19 como una enfermedad endémica, igual que la gripe estacional.
Pero no descartó que, incluso, “podría estar diseñada por seres humanos”, pues a pesar de que el plan mundial debería centrarse en proteger a la población de los patógenos naturales, los gobiernos tendrían que tomarse muy en serio la posibilidad de colaborar con el fin de prepararse para un ataque bioterrorista.
Gran parte de este plan consiste en dar pasos que deberíamos dar de todas formas, como mejorar la vigilancia de las enfermedades, así como prepararnos para diseñar tratamientos y vacunas con más rapidez”, indicó.
Consideró que las autoridades militares deberían colaborar con los expertos en salud para diseñar políticas, configurar la agenda de investigación y realizar simulaciones de enfermedades en las cuales el patógeno fuera capaz de matar a millones o incluso miles de millones de personas.
“Con independencia de cómo se produzca el siguiente gran brote, la clave es contar con mejores planes que los que tenemos hoy en día y con herramientas que se puedan utilizar con rapidez. Afortunadamente se han implementado buenos sistemas que permitan desarrollar esas herramientas.
“Los gobiernos de Estados Unidos, Europa y China están financiando investigaciones experimentales en sus primeras fases y apoyando el desarrollo del producto. India, Indonesia y otros países emergentes también están dando pasos en esa dirección. Biotech y las compañías farmacéuticas cuentan con grandes presupuestos para sacar las ideas del laboratorio y llevarlas al mercado”, indicó.
Por lo pronto, y de manera independiente de que, en esta pandemia, covid-19 remita o vuelva agresivamente, los gobiernos se deben esforzar en alcanzar otra meta distinta a largo plazo: prevenir la próxima pandemia”.
Recordó que, durante décadas, hubo gente que advirtió al mundo de que debía prepararse para una pandemia, pero prácticamente nadie se lo tomó como algo prioritario.
“Entonces nos atacó la covid-19 y detenerla se convirtió en el asunto más importante de la agenda global. Lo que me preocupa ahora es que, si la covid-19 remite, el mundo centrará su atención en otros problemas, y la prevención de pandemias volverá una vez más a estar en un segundo plano o incluso en ninguno.
“Debemos tomar medidas ya, mientras todos nosotros todavía recordamos lo horrible que ha sido esta pandemia y sentimos la necesidad de que nunca se debe permitir que surja otra”, pidió.
Aun así, consideró que después de haber vivido esta experiencia, no se debería asumir que la próxima amenaza pandémica vaya a ser exactamente como la covid-19.
“Tal vez afecte más a los jóvenes que a los ancianos, o quizá también se propague adhiriéndose a superficies o a través de las heces humanas. Tal vez sea más contagiosa y se transmita con más facilidad de una persona a otra. O tal vez sea más letal. O, lo que es peor, podría ser a la vez más letal y contagiosa”, especuló.
Advirtió que la mayoría de los países carecen de un plan nacional que financie las mejores ideas científicas.
“Tiene que quedar claro quién está al mando del plan pandémico, hay que controlar el avance de este, probar ideas, implementar las más exitosas y cerciorarse de que acaban siendo unos productos que puedan ser manufacturados en cantidades masivas rápidamente”, indicó.
Destacó que, sin un plan en marcha, cuando ocurra el próximo gran brote, el gobierno deberá actuar de una manera reactiva y será demasiado tarde, pues se tendrá que intentar trazar un plan cuando la pandemia ya se esté expandiendo, y esa no será la forma de proteger a la gente.
“Comparemos esta situación con el modo en que los gobiernos se ocupan de la defensa nacional, donde se sabe exactamente quién es el responsable de evaluar las amenazas, de desarrollar nuevas capacidades y de llevar a cabo su implementación. Necesitamos estrategias para los brotes que sean tan claras, rigurosas y exhaustivas como la mejor estrategia militar del mundo”, apuntó.
Solicitó no olvidar que todo este esfuerzo adicional para evitar pandemias tiene otra enorme ventaja: también podremos erradicar familias enteras de virus respiratorios; entre ellas, los coronavirus y la gripe, enfermedades que causan un tremendo sufrimiento.
“El impacto económico y en número de vidas humanas salvadas que tendría esto sería increíble en todo el mundo”, mencionó.
Asimismo, recordó que a casi 2 años y medio de la aparición del nuevo coronavirus que ha matado a 6 millones de personas en el mundo, “trágicamente, la pandemia no ha terminado”.
Apuntó que desde aquel tiempo a la fecha se han notificado más de 500 millones de casos de covid-19, se espera que las pérdidas de la economía global superen los 14 trillones de dólares y puede surgir una variante más peligrosa, una que se propague más fácilmente, cause síntomas más graves o evada la inmunidad mejor que las variantes anteriores.
“Si las vacunas y la inmunidad natural no impiden que se produzca un alto índice de fallecimientos ante tal variante, el mundo tendrá un problema muy grave”, consideró.
Por eso, comentó que los gobiernos nacionales, los investigadores académicos y el sector privado tendrán que seguir haciendo un gran esfuerzo para obtener unas herramientas nuevas o mejoradas que protejan a los humanos contra las peores secuelas de la covid-19 si la amenaza evoluciona.
“Los gobiernos deberán proteger a sus ciudadanos, usando estrategias que consideren el hecho de que cada lugar tiene su propia idiosincrasia en cuanto a la covid-19. La capacidad de las nuevas oleadas de covid-19 para propagarse entre la población depende mucho del número de personas que hayan sido vacunadas, infectadas, las dos cosas o ninguna de ellas”, aseguró.
Pidió que las autoridades sanitarias adapten sus estrategias en función de lo que los datos indiquen para que puedan ser más efectivos en las áreas donde están trabajando.
“Además de todo esto, los gobiernos deben esforzarse aún más en dar una información mejor sobre la incidencia de la covid-19. A menudo, sobre todo en los países en desarrollo, los datos acerca de la covid-19 proceden de unas pruebas clínicas escasas y de unos datos desfasados obtenidos mediante unas encuestas sencillas llevadas a cabo entre ciertas poblaciones en particular, como los sanitarios y los donantes de sangre.
“Con la ayuda de una vigilancia constante de la enfermedad, los países pueden obtener unos conocimientos cruciales; entre ellos, cuáles serán las maneras más efectivas de utilizar las intervenciones no farmacológicas al mismo tiempo que se acelera la recuperación económica”, añadió.