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"El Sastre de la Mafia": mentiras para sobrevivir

Mark Rylance, quien alcanza la notoriedad histriónica ya de viejo, hace una justa interpretación de Leonard, el inglés confeccionador de trajes que trabaja para una familia de sangrientos mafiosos irlandeses.


El Sastre de la Mafia (The Outfit, 2022) se contempla como una obra de teatro de lento desarrollo y actuaciones virtuosas. Los sobresaltos en las escenas violentas establecen giros impresionantes en la trama. Entre balazos y amenazas, lentamente, se entiende cómo un hombre discreto va revelando su verdadera naturaleza, para transformarse en un hábil negociador y un cínico que manipula con maestría la verdad.


Mark Rylance, quien alcanza la notoriedad histriónica ya de viejo, hace una justa interpretación de Leonard, el inglés confeccionador de trajes que trabaja para una familia de sangrientos mafiosos irlandeses. Tienen deferencia con el veterano debido a que no sólo les ayuda a bordar sacos y pantalones, sino que también, debido a su diligencia y sigilo, sirve como intermediario para hacer negocios ilegales.


Es Chicago, en 1956 y es importante llevar una apariencia atildada. Los criminales visten con estilo y este sastre es de los mejores para elaborar preciosos atuendos que pueden ser lucidos por sus siniestros portadores en los oscuros sótanos o en los luminosos eventos públicos.


Hasta que un día, el joven hijo de uno de esos peces gordos llega a su local, mal herido, acompañado de su ayudante, que le exige ocultarlo. La reunión termina mal, lo que hace que comience un astuto juego de apariencias y engaños para sobrevivir a hombres peligrosos que emprenden una feroz cacería para localizar a un extraviado.


El denso thriller, con salpicones de cine negro, se desarrolla crispante y veloz en una sola locación y durante una fría noche. Es como si el director Graham Moore decidiera cerrar las puertas para que nadie abandone la habitación hasta que se resuelva el misterio a satisfacción del jefe. El gran problema que enfrentan los ahí reunidos es que desconocen que han tomado decisiones que ya no tienen remedio.


El único que ve todas las piezas del rompecabezas y sabe en qué sitio acomodarlas es el sastre apocado, casi un pobre diablo elegante, que necesita comprar tiempo para sobrevivir. Está muy cerca de la lumbre y comienza a jugar con la desesperación y las dudas de los presentes para darles ilusión, esperanza y ofrecerles información para seguir pistas que le harán ganar minutos valiosos. Todos van siempre un paso atrás. tratando de entender qué ocurre en la sastrería.


Entre la claustrofobia y el riesgo permanente de ser descubierto, el confeccionador va alargando su historia, tensando las cuerdas hasta un punto insoportable. Cuando se rompen. Ya todo ha quedado resuelto.


Y el ganador es el último que queda de pie.


La cinta está hecha completamente por diálogos, en los que se van cruzando señales e intenciones, con algunos momentos de violencia gráfica. Los gánsteres clichés avanzan a ciegas en arenas movedizas, como en una trampa que se va construyendo en base a improvisaciones de un hábil tejedor de patrañas, que tiene que mover su mente con agilidad para que no le metan una bala en la cabeza.


En el epílogo, la historia amenaza con naufragar con una inútil elongación de doble final, aunque termina por resolverse bien todo con un cierre satisfactorio.


El Sastre de la Mafia es una disfrutable película de maleantes, hecha a la vieja escuela, donde nada es lo que parece.

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