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Mohamed Salah: Mito y realidad

Mohamed Salah, el hombre que quiere volver a tener a Europa entre sus manos al ganar la Champions League, pero antes deberá vencer al Real Madrid.


(…) ´Ra se dispuso a crear el Sol diciendo: “Al amanecer me llamo Kephera, al mediodía Ra y al atardecer Tem”. Y entonces, el Sol apareció por primera vez iluminando la oscuridad, se elevó sobre el horizonte y al atardecer descendió para volver a ocultarse´. (El nacimiento de Ra)


Ha cambiado la arena tostada por el Sol bajo sus pies por el césped en donde más que correr parece volar. Es también en ese rectángulo verde donde desborda con tal naturalidad que pareciera nadar sobre el Nilo. Y claro, no se puede dejar de lado que es en el campo donde sus goles podrían ser confundidos con tesoros preciosos e impensables dignos de algún Faraón: Mohamed Salah, el hombre que quiere volver a tener a Europa entre sus manos al ganar la Champions League, pero antes deberá vencer al Real Madrid.


Una de las 27 gobernaciones que comprende la República Árabe de Egipto es Nagrig, Gharbia, tierra que vio nacer a Mohamed Salah Ghaly el 15 de junio de 1992. Es en este pueblo –ubicado a 120 km de la capital de Egipto, El Cairo– ahogado por la arena, donde desde el pequeño Salah corría tras ese mundo al que profesaba pasión trascendental: el balón.


La ansiedad, inquietud e interés desmesurado que el niño egipcio demostraba hacia el futbol no era compartido por su familia, la cual se mostraba preocupada en cuanto al hecho de la poca atención que mostraba por la escuela. En un principio, Ghaly Salah, su padre, le pidió que olvidara el futbol y dedicara su vida a estudiar y enfocarse de lleno a la religión musulmana. Sin embargo, cuando le vio jugar comprendió que el balón formaba parte del destino de su hijo.


Su velocidad, así como su técnica al llevar consigo el balón a sus pies le diferenciaron de otros. De tal forma que pasó rápidamente de jugar en las calles de Gharbia a una escuela de futbol en otro pueblo llamado Basyoun, a media hora de su hogar, para después tomar rumbo a un poblado más, Tanta. A Salah le tomaba una hora y media llegar a dicho lugar. Muy pronto un equipo de la Primera División de Egipto escuchó hablar de un jugador que era tan rápido que parecía perderse entre la arena y el cielo.


El Al-Mokawloon Al-Arab le ofreció su primer contrato profesional, Salah tenía tan solo 14 años. Ante tal situación, su padre le apoyó para que pudiese continuar en la búsqueda de ese sueño, la única condición que le puso fue que no se olvidara de la escuela.


Por parte del club le entregaron una carta que decía: “Mo puede irse temprano de la escuela para poder llegar al club a las 2 de la tarde para entrenar". Así que desde ese instante su cotidianeidad transcurría en ir a la escuela de 7 a 9 de la mañana, para después tomar cinco camiones que le llevaban hasta la ruta final, el centro de entrenamiento del Al-Mokawloon Al-Arab. El trayecto que realizaba cinco días a la semana duraba de cuatro horas a cuatro horas y media, pues la sede del club se encuentra precisamente en la capital de Egipto, El Cairo. El entrenamiento iniciaba a las 2:30 de la tarde y concluía a las 6. Al concluir, Mohamed nuevamente abordaba cinco camiones para el retorno a casa. Durante tres años fue el mismo peregrinar. Sin importar lo complicado que en ese momento el presente pareciera, el sueño por convertirse en un futuro en futbolista profesional inundaba su pensar.


Aquí es importante recalcar que al inicio de su carrera en el circuito de Primera División, el egipcio jugaba como lateral izquierdo, pues la rapidez con la que se desenvolvía en el campo hacía pensar a sus entrenadores que era el lugar más adecuado, pues así podría replegarse tanto a la defensiva como al ataque. Sin embargo, esto cambiaría al término de un encuentro en la categoría juvenil –donde jugó durante dos temporadas–.


En una entrevista de 2017 que retomó El País, Al Shesheni, técnico de Salah durante su debut en primera, comento: “En un partido con el ENPPI ganamos 4 a 0. Todos festejábamos menos Mohamed, que estaba llorando porque no había metido gol. Entonces le dije que lo iba a cambiar de posición por su velocidad y pasión por marcar. Cuando pasó al ataque, metió 35 goles en una campaña con la Sub-16 y Sub-17”.


El ansiado debut con el primer equipo llegó en 2009 ante el Al-Ahli Saudi, encuentro en donde marcó un gol en el empate 1-1. De ahí en más la madurez no solo se vislumbraba en los años sino también en una evolución constante del cómo desarrollaba su futbol. Durante la etapa de las temporadas: 2009-10, 2010-11, 2011-12 y con un total de 38 partidos jugados consiguió perforar la valla en 12 ocasiones.


El 2012 dejó una marca en la vida de Mohamed Salah. El 1 de febrero de ese año, el Al-Masry recibió en el Estadio de Puerto Saíd al Al-Ahly, esto por el torneo de Egipto. El cotejo terminó con un 3-1 que favoreció a los locales, después del silbatazo final, aficionados del Al-Masry ingresaron al campo en busca de autógrafos de los jugadores, por el contrario, hinchas del Al-Ahly entraron a la cancha pero para arrojar piedras, botellas y amenazar con cuchillos. Tras el altercado el Ministro de defensa en Egipto, Mohamed Hussein Tantawi Soliman, declaró a la BBC de Londres que 74 personas murieron y cerca de mil resultaron heridas. La Asociación Egipcia de Futbol, inmediatamente, tomó la medida de suspender de manera indefinida la liga.


Correr y volar

Meses después de que se tomó la decisión de dar pausa a toda actividad profesional de futbol en Egipto, se buscó ayudar a la causa de las víctimas por la tragedia de Puerto Saíd. Así que se organizó un partido entre el representativo egipcio Sub-23 –donde Salah también figuraba– y el conjunto suizo Basilea. El enfrentamiento se disputó el 16 de marzo del 2012 en el Stadion Rankhof en Basilea y en él Mo solo participó en los 45 minutos de la segunda parte, pero ese tiempo fue más que suficiente para demostrar un poco de lo que era capaz. Su nombre fue al marcador en dos ocasiones y la selección Sub-23 se impuso 4-3.


Tanto el técnico Heiko Vogel como los directivos del Basilea quedaron embelesados al contemplar la fantástica actuación de ese joven africano. Y le ofrecieron el irse a probar con el equipo durante una semana, días después lo ficharon. El debut oficial con el cuadro suizo llegó en un partido amistoso frente al Steaua de Bucarest el 23 de junio de 2012, cotejo donde también anotó su primer gol defendiendo los colores del Basilea.


Aunque el juego terminó con derrota de 4-2 para los suyos.


La Superliga de Suiza vislumbró los agigantados pasos con los que Mo comenzó a irrumpir en el futbol europeo durante la temporada 2012-13 y la mitad de la 2013-2014, en donde apareció en 79 partidos y en 20 ocasiones batió la portería rival. Su paso fugaz fue suficiente para llamar la atención del Chelsea. El cuadro inglés quedó fulminado por el juego de Salah, luego de que se enfrentara al Basilea en las semifinales de la Europa League 2012-13, los ingleses se impusieron 5-2 ante los helvéticos, los goles del Baisela fueron marcados por el nacido en Gharbia.


Las nuevas tierras que reclamaban el talento de Mohamed se encontraban en Inglaterra. Es así que el 8 de febrero del 2014 se convirtió en el primer egipcio –y único hasta el momento– en vestir los colores de the Blues, quienes pagaron 16.5 millones de euros para hacerse de sus servicios. El escenario para su debut ocurrió en el Stamford Bridge, entró como sustituto en la victoria de 3-0 ante el Newcastle United.


A diferencia de lo vivido en Basilea, las cosas no fueron del todo fructíferas en Londres. En las temporadas (2013-14 y 2014-15) que permaneció en el Chelsea, jugó 19 partidos, de los cuales en seis lo hizo como titular y tan solo en dos ocasiones logró que el balón acariciara la red. El joven extremo compitió contra el belga Eden Hazard y el brasileño Willian Borges da Silva para hacerse de un puesto, por lo que vio minutos a cuenta gotas.


A ese momento complicado se sumó una noticia que llegó a poner en duda el que pudiese seguir jugando en Europa. Y es que en julio del año 2014, se le notificó que tenía que regresar a Egipto, ya que debía de realizar el servicio militar, el cual es obligatorio para los varones con 19 años de edad. Estando allá, se encontró con la grata sorpresa de que Ibrahim Mahlab –quien fue primer ministro febrero de 2014 a septiembre de 2015– intercedió para que regresara con el Chelsea sin la necesidad de realizar el trámite.


Este hecho pudiera parecer algo sin trascendencia, sin embargo, es importante precisar que en Egipto es atípico que un varón “evite” realizar el servicio militar. Moisés Garduño, quien es Internacionalista con Estudios de Asia y África por la UNAM, en entrevista para El Financiero en 2018, explicó que las leyes de ese país establecen que de no realizarlo se debe pagar una multa y, en algunos casos, se llega a una condena de prisión.


Al no encontrar en Salah una pieza que se acomodara a la estrategia que pretendía Mourinho, la directiva del Chelsea utilizó a Mohamed como moneda de cambio para la llegada del colombiano Juan Guillermo Cuadrado, por lo que el egipcio arribó con opción de préstamo de 18 meses a la Fiorentina. Y fue en la Serie A donde su futbol renació. Eso de permanecer en el banquillo mirando como corría el balón en el césped quedó olvidado. Su estancia con los de Florencia apenas duró la mitad de la campaña 2014-15, en la cual defendió el color viola durante 26 actuaciones y anotó en nueve ocasiones.


Así como ocurrió cuando defendió los colores del Basel, en la Fiore utilizó el dorsal número 74 en honor a las víctimas de la tragedia ocurrida en el Estadio de Puerto Saíd.


Mohamed Salah ya no solo corría en Italia: volaba, y al desplegar sus piernas para emprender su camino a la portería rival, comenzó a conquistar –sin sospecharlo– a Europa. Además de su evidente velocidad, lo que también llamó la atención fue su capacidad de conducción así como la asociación que lograba cohesionar con sus compañeros y, una facilidad tremenda para desmarcarse.


La Roma no perdió detalle de la clara evolución que Mo estaba mostrando, de tal manera que terminó por llegar a la ciudad eterna. El Stadio Olimpico vio a un Faraón vestir por vez primera el color rojo y amarillo. Su debut con los romanos se dio el 22 de agosto de 2015, enfrentamiento que concluyó con un 1-1 ante el Hellas Verona. Si lo que el egipcio había hecho en Florencia parecía épico, eso se multipilicó en Roma; el balón se transformó en el Sol y Salah lo tenía a sus pies. A lo largo de las temporadas 2015-16 y 2016-17, pisó en 83 ocasiones el campo, y perforó en 34 oportunidades el arco rival.


El 28 de mayo de 2017 los romanistas enfrentaron al Genoa, el cotejo favoreció a los giallorossi (amarillo-rojo) 3-2. Este encuentro planteó dos sucesos importantes en una misma acción: Mohamed Salah salió de cambio al minuto 54 y su sustituto fue Francesco Totti. Por un lado, el primero jugó su último partido con el cuadro capitalino, y el segundo se retiró del futbol profesional tras 25 temporadas con la Roma.


Se dice que todos los caminos llevan a Roma, sin embargo el presente nos dice que no es así. En el orbe futbolístico el nombre del nacido en Gharbia era ya más que conocido y, claro, deseado. El Liverpool entró a escena, y en Inglaterra se encontraban más que ansiosos por el retorno del jugador que, temporadas atrás en su estancia en Londres, no tuvo oportunidad de demostrar de lo que era capaz.


El Liverpool desembolsó 42 millones de dólares para la llegada del ariete africano. Su presentación ante el público en el Estadio Anfield ocurrió el 12 de agosto de 2018 y no pudo ser mejor, pues coronó su actuación con su primer gol en el empate 3-3 por la Premier League ante el Watford.


Desde su llegada a Liverpool, hasta ahora, Salah ha jugado un total de 253 partidos oficiales, y ha anotado en 156 ocasiones. Y, entre otros títulos ha conquistado: una UEFA Champions League (2018/19), un Mundial de Clubes (2019), una Supercopa de Europa (2019/20), una Premier League (2020), una FA Cup (2021/22) y en tres ocasiones se coronó como el máximo artillero de la liga inglesa (2017/18, 2018/19, 2021/22).


Un nuevo amanecer

La primera ocasión en que la Selección Egipcia consiguió clasificarse a una Copa del Mundo fue en Italia 1934 y la última lo hizo para Italia 1990. Después de ello ni siquiera figuraba como un conjunto que pudiera pelear por un lugar para el Mundial. Sin embargo, esto cambió con la irrupción de Mohamed Salah.


El jugador egipcio vistió la playera nacional en la categoría Sub-20 y Sub-23. Y fue el 3 de septiembre de 2011 cuando debutó con el representativo mayor, en aquella oportunidad Egipto se enfrentó a Sierra Leona y cayó 2-1.


A lo largo de la clasificación mundialista con miras al cotejo mundialista en Rusia 2018, quedó demostrado que Salah no solo pesa como nombre sino también como persona. Ayudó en gran medida a su selección a permanecer en la disputa por un lugar a torneo tan importante.


De por sí ya la figura de Mo desataba locura en Egipto, esto terminó por hacer eclosión cuando el 8 de octubre de 2017 la escuadra nacional se midió ante el Congo por la tensa disputa para Rusia 2018. Al minuto 63 anotó para la causa de país y prácticamente estaban a nada de conseguir el pase mundialista cuando Anrold Bouka convirtió el 1-1 al minuto 87.


El destino trágico para Egipto parecía ya dictado, las manecillas del tiempo regular ya marcaban los 90 minutos, pero se agregaron cinco más, y fue en ese descuento cuando el estadio que minutos antes enmudeció por el gol recibido volvió a aferrarse a la esperanza que se vistió de penalti.


Mohamed Salah tomó el balón para colocarlo en el manchón a once metros de la valla resguardada por el portero, ante los ojos de la afición que abarrotó el Estadio Internacional de El Cairo, mismas personas que entre súplicas, sollozos, manos al aire y ansiedad insostenible parecían aguantar la respiración.


Salah, que se encontraba al borde de la línea del área grande y en la media luna, corrió encumbrado en el tono rojo de la playera nacional como el Sol que se instala en el cielo al amanecer, sus piernas aceleraron y con la zurda disparó. El arquero eligió su destino al tirarse a su derecha, pero el balón encontró destino al lado contrario. Egipto clasificó después de 28 años a la Copa del mundo. Salah corrió por todo el campo, después se arrodillo hasta tocar el césped con su frente y manos –como lo hace en cada gol–.


A partir de su innegable velocidad, jugadas impensables y goles que caen partido tras partido, la figura de Mohamed Salah se erige cual esfinge que toca el cielo como uno de los mejores futbolistas, no solo de Egipto, sino del continente africano y del mundo. Con el balón a sus pies se mitifica como un Sol abrasador en lo más alto del universo llamado futbol, sitio en donde quiere seguir brillando.

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