Su insólita historia y la forma en que pudo escapar con vida del campo de exterminio es presentada en Peleando por mi Vida (The Survivor, 2021), una dura recreación de los horrores que vivieron los judíos en los tiempos de dominación de Hitler.
Harry Haft fue un polaco que sobrevivió en el campo de concentración de Auschwitz, durante el exterminio judío de la Segunda Guerra Mundial. Tenía la habilidad de ser imbatible con los puños, lo que le servía para complacer a los generales nazis en peleas improvisadas que se organizaban, para su cruel diversión.
Harry Haft fue un polaco que sobrevivió en el campo de concentración de Auschwitz, durante el exterminio judío de la Segunda Guerra Mundial.
Su insólita historia y la forma en que pudo escapar con vida del campo de exterminio es presentada en Peleando por mi Vida (The Survivor, 2021), una dura recreación de los horrores que vivieron los judíos en los tiempos de dominación de Hitler.
Dirigido por Barry Levinson, Ben Foster hace una estelar interpretación del atormentado polaco. Lo que se muestra en pantalla es una exhibición de letalidad y amargura, como si fuera un cruce de caminos de La Lista de Schindler y Rocky, con un toque de El Toro Salvaje, donde el pobre judío debe cargar con el peso de los remordimientos. Siente que su gran culpa es haber sobrevivido, mientras sus demás camaradas y familiares perecían torturados y oprimidos, mientras agonizaban entre balas y asfixiados por los gases.
El relato estilizado va en dos tiempos, con el pasado con cámara en blanco y negro que muestra las atrocidades tras la alambrada, como registro visual antiguo, y el presente, en la postguerra, en Nueva York, donde la fotografía en color hace que se perciba el alivio por existir, de este prisionero que pasó por lo indecible.
La anécdota se va más hacia el drama que al deporte. Aunque hay escenas de riñas en el cuadrilátero y algunos momentos de preparación previos a las peleas en arenas, lo que importa es la suerte de este pobre diablo que vive enfadado con el mundo. Foster hace una actuación sorprendente, muy parecido al Jake LaMota de Robert DeNiro, como un hombre con el rostro molido por los golpes, insensible al dolor y con una vitalidad violenta, en tiempos de paz, que lo mueve a atacar todo lo que amenaza con afectar su integridad física o su estabilidad emocional.
La personificación es impresionante. El protagonista perdió 30 kilos para lucir como el esquelético judío, hecho de pura fibra, que podía desafiar a cualquier oponente con la misión de acabarlo en la tarima, pues bien sabía que el premio para el derrotado era una bala en la cabeza. Luego de la filmación extenuante de los episodios del pasado, ganó el mismo peso para lucir ya repuesto, como un ciudadano americano que tuvo una efímera carrera como pugilista profesional.
Lo que quería Harry, en realidad, al subir al ring, era hacerse notorio, para salir en los periódicos y que lo reconociera una persona de la que se había separado en las separaciones forzadas en el encierro de exterminio. El punto culminante de su carrera fue confrontar al mismísimo Rocky Marciano, el mejor en la historia, con un resultado ya conocido, pues el italiano se retiró invicto.
El encuentro en el ring, sin embago, es poco relevante, pues si bien hay un nutrido intercambio de golpes inicial, Harry se ve disminuido por las memorias de las infamias que pasó allá en el cautiverio de Polonia, como le ocurrió durante toda su trayectoria con los guantes.
Conmueve la manera en que el pobre fajador, mientras está en el ensogado, es asaltado por los recuerdos que lo paralizan, mientras es masacrado a puñetazos por los rivales que terminan por hacerlo pedazos.
Los traumas de la postguerra dejaron una profunda impronta en Harry que batalla para formar una familia, debido a sus arranques violentos, aunque al final hay un estrujante momento de expiación con un encuentro largamente esperado, que lo mueve a reconsiderar el desorden de su vida motivado por las terribles evocaciones.
Peleando por mi Vida cuenta momentos de la existencia singular de un hombre extraordinario, que tuvo que vencer a sus demonios arriba y abajo del ring, y antes y después de la guerra.
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