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Telecomunicaciones y pueblos indígenas

La Carta Magna también dice que el Estado garantizará a la población su integración a la Sociedad de la Información y el Conocimiento, por lo que no existe razón para excluir a las comunidades indígenas de un modo de desarrollo sustentado y habilitado por las tecnologías digitales.


Al término de 2021, 80% de la población indígena de México contaba con cobertura del servicio móvil en al menos una tecnología inalámbrica (2G, 3G o 4G). Parece un porcentaje relativamente elevado, pero resulta engañoso.


Se trata de un crecimiento de apenas 3% en cinco años, desde el primer Diagnóstico de Cobertura del Servicio Móvil de 2017 (77% de cobertura) al más reciente de 2021 del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), según información proporcionada por los operadores móviles.


México es una nación pluricultural sustentada originalmente en sus pueblos indígenas. Según el Censo de 2020, existen 66 pueblos indígenas y la población originaria es de 11 millones 979 mil 483 personas, equivalentes a 9.5% de la población en el país.


La Constitución reconoce el derecho de acceso a las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC), la banda ancha e Internet. Es un derecho fundamental universal, programático y progresivo, es decir, para todos, sin discriminación étnica o regiones geográficas, alcanzable mediante una política de inclusión digital universal con metas anuales y sexenales.


La Carta Magna también dice que el Estado garantizará a la población su integración a la Sociedad de la Información y el Conocimiento, por lo que no existe razón para excluir a las comunidades indígenas de un modo de desarrollo sustentado y habilitado por las tecnologías digitales.


Además, lo que hoy genera riqueza es la innovación, la creatividad, el conocimiento, la información y los datos.

Las comunidades indígenas tienen un enorme potencial de generación de riqueza y prosperidad en la economía digital, proyectando su cultura y tradiciones a través de Internet, redes sociales y plataformas tecnológicas, desarrollando modelos de negocio y actividades económicas en línea.


La tecnología 4G, que sí permite una navegación fluida por Internet a diferencia de 2G y 3G que privilegian la voz móvil, ha tenido un incremento anual promedio de 6% en los pueblos indígenas, pasando de 37% en 2017 a 62% al término de 2021.


Las redes 4G posibilitan la conectividad, el cierre de la brecha digital y la inclusión tecnológica, de género y financiera, por lo que es importante que las comunidades indígenas tengan acceso a un Internet móvil de calidad que les permita el acceso a la información del mundo; ejercer sus derechos fundamentales como educación, salud o acceso a la cultura; así como realizar trámites de gobierno electrónico y habilitar fuentes de ingresos a través del comercio electrónico.


Según el diagnóstico del IFT, 66.11% de la población indígena cuenta con un teléfono celular, pero el documento no distingue entre teléfono básico sólo para hacer y recibir llamadas y smartphone, para navegar, descargar aplicaciones y consumir servicios digitales.


El diagnóstico tampoco hace una diferencia por género, por lo que ignoramos el porcentaje de mujeres y hombres indígenas con acceso a las TIC y que se conectan a las redes. Las estadísticas con perspectiva de género del IFT tampoco contemplan una categoría específica para los indígenas, salvo el componente rural en general, por lo que valdría la pena incorporarlo.


Una cosa es que exista infraestructura y disponibilidad de servicios móviles de telecomunicaciones, o sea, presencia de algún operador móvil, y otra muy distinta es que la población indígena pueda pagar el servicio y se conecte a las redes disponibles.


Si sólo 66% de los habitantes originarios tiene teléfono, significa que ese es el porcentaje máximo de población conectada, pudiendo ser incluso inferior, por lo que existe una brecha digital de al menos 44% de mujeres y hombres indígenas, incluidos adolescentes, sin acceso a las tecnologías y discriminados digitalmente, como si se tratara de mexicanos de segunda o inferiores.


Veamos sólo un caso. El pueblo Tarahumara se concentra en su mayoría en los estados y en las regiones montañosas de Chihuahua, Durango y Sinaloa. Su población es de 129 mil 811 personas, la mayoría con alta marginación. El 54% de la población cuenta con cobertura en al menos una tecnología móvil, pero sólo 50.39% de los hogares tarahumaras cuentan con un teléfono celular. Significa que en términos reales sólo 25% de la población está conectada y prevalece una desconexión y brecha digital de 75%.


Sin infraestructura, sin redes, sin telecomunicaciones, sin TIC, sin Internet y sin servicios digitales, claramente los tarahumaras –ni los demás pueblos indígenas– pueden escapar de las carencias ni del rezago social y económico.


Mediante políticas públicas focalizadas en los pueblos indígenas, las tecnologías digitales pueden y deben estar dirigidas a erradicar la pobreza y generar prosperidad, entendido como el proceso mediante el cual cada vez ma´s personas mejoran su bienestar econo´mico, social y poli´tico.


Según un estudio de la asociación GSMA, “Contenido en América Latina: la importancia del contenido local para la inclusión digital”, la mayor barrera de acceso a Internet móvil para los no conectados –individuos de ingresos más bajos– es la falta de relevancia de Internet, especialmente la ausencia de contenido local.


El contenido local es aquel que se encuentra en idioma local, el que es creado y alojado localmente o el que es relevante para la población local.


Lo cierto es que buena parte de los pueblos originarios se encuentran asentados en regiones de difícil acceso, regiones desérticas, montañosas o selváticas, donde resulta complejo y poco rentable instalar infraestructura de telecomunicaciones. Las empresas con vocación social como la estatal CFE Telecomunicaciones e Internet para Todos y la Red Compartida de Altán Redes, tendrían que acercar su infraestructura a los pueblos indígenas.


Pero ya vimos que 80% de la población indígena sí está cubierta por alguna tecnología inalámbrica. Es decir, sí existen redes. Hace falta que el Estado y las autoridades federales, estatales y municipales subsidien dispositivos con paquetes de Internet y telefonía. Así como el gobierno regaló decodificadores y televisores digitales para transitar a la televisión digital terrestre, también debería subsidiar smartphones de gama media para los pobladores indígenas sin acceso a las TIC. Esa sí sería una auténtica revolución de las conciencias a través de Internet.

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