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Voracidad por las drogas y corrupción en EEUU: lo que hay detrás de la crisis de fentanilo

Estados Unidos acusa al cártel de Sinaloa de ser el principal responsable de la muerte de decenas de miles de estadounidenses por consumo fentanilo. Sin embargo, farmacéuticas, compañías de seguros y las propias autoridades de ese país fueron actores clave para desatar una de las peores crisis sanitarias en la historia de la nación norteamericana.

Sandwich es un pueblo de unos 20.000 habitantes en la península de Cape Cod, en el estado de Massachusetts, 100 kilómetros al este de la ciudad de Boston. La península está ubicada a 50 minutos en ferry de Martha’s Vineyard, la famosa isla donde los presidentes de Estados Unidos pasan sus vacaciones de verano. El ingreso por vivienda en esta pequeña localidad es de unos 111.656 dólares al año, muy por encima del promedio nacional, según los datos del último censo. Casi el 80% de las casas ahí están valuadas en más de medio millón de dólares. Con sus viñedos, su marina, sus campos de golf, playas y villas, es un pueblo campirano, turístico y rico. Pero, desde mediados de la década pasada, Sandwich —como miles de comunidades a lo largo del país norteamericano— fue golpeada por la epidemia que está devastando a Estados Unidos desde hace 30 años: el abuso en el consumo de opioides. Samuel Burleigh nació en Sandwich en 1991. Desde hace algunos años se ha ido enterando de la muerte de conocidos suyos.

"Yo puedo pensar como mínimo entre 25 y 30 personas de mi pueblo que yo he escuchado que han muerto por sobredosis, y soy joven (...). Casi cualquier persona tiene un amigo cercano o conocido que se ha metido en drogas y muchas veces, tristemente, ha muerto", comparte Samuel.

De acuerdo con datos del Departamento de Salud Pública de Massachusetts, en el condado de Barnstable, donde se encuentra Sandwich, las muertes por sobredosis de opioides se cuadruplicaron en una década.

En 2015, el documentalista Steven Okazaki filmó la película Heroin; Cape Cod USA. En ella cuenta la vida de jóvenes veinteañeros de la paradisíaca península y cómo esta es devastada por la adicción al opiáceo. Algunos de los protagonistas fueron tratados con fármacos opioides cuando eran niños, a mediados de los 90, y una década después no podían dejar la droga.

"En Estados Unidos hay mucha presión para ser exitoso, pero exitoso en el sentido material. Eres una persona exitosa si tienes mucho dinero, si ganas mucho, si tienes una casa grande. Para personas que tal vez no pueden conseguir eso o no quieren, tienen otros valores y otros objetivos, es un poco triste, y tal vez buscan una manera de escapar de su tristeza o de sentir un fracaso",

"Es muy difícil para mi generación de finales de los 80 o el inicio de los 90 [soportar la presión social del éxito], porque mucha gente tiene estudios, tiene posgrado, tiene más estudios que la generación de mis papás. De mis padres, por ejemplo, ninguno tiene una licenciatura, pero pudieron conseguir buen trabajo, buen salario, pensión, una hipoteca sin problemas [...]", relata.

La mayoría de sus amigos, dice, trabajan en cafeterías o viven con sus padres a pesar de contar con una carrera universitaria.

"Hay mucha presión para tener éxito, pero es muy difícil hacerlo. Hay competencia, todo es muy caro, y además los sueldos no están alcanzando", afirma.

Una de las víctimas de la crisis de opioides en Cape Cod era un amigo cercano de Samuel Burleigh. Tenía 30 años cuando murió. "Lo conocí en la prepa. Su gran sueño era ser un actor en Hollywood. En la universidad fue a estudiar actuación en Los Ángeles, en Hollywood, estuvo ahí como tres años [...]. Yo creo que él estaba triste porque no pudo conseguir tanto éxito tan rápido y regresó a su pueblo y trabajaba en una pizzería o en trabajos que no requieren estudios. Cuando lo volví a ver estaba viviendo en el sótano de su hermana [...]. Falleció en octubre de 2022. No esperaba que eso fuera a pasar".

Estados Unidos acusa al cártel de Sinaloa de ser el principal responsable de la muerte de decenas de miles de estadounidenses por consumo fentanilo. Sin embargo, farmacéuticas, compañías de seguros y las propias autoridades de ese país fueron actores clave para desatar una de las peores crisis sanitarias en la historia de la nación norteamericana. Sandwich es un pueblo de unos 20.000 habitantes en la península de Cape Cod, en el estado de Massachusetts, 100 kilómetros al este de la ciudad de Boston. La península está ubicada a 50 minutos en ferry de Martha’s Vineyard, la famosa isla donde los presidentes de Estados Unidos pasan sus vacaciones de verano. El ingreso por vivienda en esta pequeña localidad es de unos 111.656 dólares al año, muy por encima del promedio nacional, según los datos del último censo. Casi el 80% de las casas ahí están valuadas en más de medio millón de dólares. Con sus viñedos, su marina, sus campos de golf, playas y villas, es un pueblo campirano, turístico y rico. Pero, desde mediados de la década pasada, Sandwich —como miles de comunidades a lo largo del país norteamericano— fue golpeada por la epidemia que está devastando a Estados Unidos desde hace 30 años: el abuso en el consumo de opioides. Samuel Burleigh nació en Sandwich en 1991. Desde hace algunos años se ha ido enterando de la muerte de conocidos suyos. "Muchos compañeros de la escuela han muerto por sobredosis de heroína o fentanilo", dice Samuel en conversación con Sputnik. La localidad de Sandwich, en la península de Cape Cod, en Massachussetts, EEUU. © Sandwich Government "Yo puedo pensar como mínimo entre 25 y 30 personas de mi pueblo que yo he escuchado que han muerto por sobredosis, y soy joven (...). Casi cualquier persona tiene un amigo cercano o conocido que se ha metido en drogas y muchas veces, tristemente, ha muerto", comparte Samuel. De acuerdo con datos del Departamento de Salud Pública de Massachusetts, en el condado de Barnstable, donde se encuentra Sandwich, las muertes por sobredosis de opioides se cuadruplicaron en una década. En 2015, el documentalista Steven Okazaki filmó la película Heroin; Cape Cod USA. En ella cuenta la vida de jóvenes veinteañeros de la paradisíaca península y cómo esta es devastada por la adicción al opiáceo. Algunos de los protagonistas fueron tratados con fármacos opioides cuando eran niños, a mediados de los 90, y una década después no podían dejar la droga. "En Estados Unidos hay mucha presión para ser exitoso, pero exitoso en el sentido material. Eres una persona exitosa si tienes mucho dinero, si ganas mucho, si tienes una casa grande. Para personas que tal vez no pueden conseguir eso o no quieren, tienen otros valores y otros objetivos, es un poco triste, y tal vez buscan una manera de escapar de su tristeza o de sentir un fracaso", cuenta Samuel. "Es muy difícil para mi generación de finales de los 80 o el inicio de los 90 [soportar la presión social del éxito], porque mucha gente tiene estudios, tiene posgrado, tiene más estudios que la generación de mis papás. De mis padres, por ejemplo, ninguno tiene una licenciatura, pero pudieron conseguir buen trabajo, buen salario, pensión, una hipoteca sin problemas [...]", relata. La mayoría de sus amigos, dice, trabajan en cafeterías o viven con sus padres a pesar de contar con una carrera universitaria. "Hay mucha presión para tener éxito, pero es muy difícil hacerlo. Hay competencia, todo es muy caro, y además los sueldos no están alcanzando", afirma. Una de las víctimas de la crisis de opioides en Cape Cod era un amigo cercano de Samuel Burleigh. Tenía 30 años cuando murió. "Lo conocí en la prepa. Su gran sueño era ser un actor en Hollywood. En la universidad fue a estudiar actuación en Los Ángeles, en Hollywood, estuvo ahí como tres años [...]. Yo creo que él estaba triste porque no pudo conseguir tanto éxito tan rápido y regresó a su pueblo y trabajaba en una pizzería o en trabajos que no requieren estudios. Cuando lo volví a ver estaba viviendo en el sótano de su hermana [...]. Falleció en octubre de 2022. No esperaba que eso fuera a pasar". La epidemia Las últimas cifras disponibles del Departamento Justicia de Estados Unidos indican que, tan solo entre agosto de 2021 y agosto de 2022, un total de 107.735 personas murieron por sobredosis de drogas opioides en el país norteamericano, "una mayoría de ellas" por el consumo de fentanilo, una droga sintética usada como un analgésico hasta 50 veces más potente que la heroína. Los Centros para el Control de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) estiman que, en 2021, casi 70.000 personas fallecieron por sobredosis de sustancias que involucraron fentanilo, lo cual significa un incremento de casi cuatro veces en cinco años. Conforme a los datos oficiales, en la actualidad un promedio de 196 estadounidenses muere al día por el abuso en el consumo de fentanilo. Se trata de la principal causa de fallecimiento de los estadounidenses entre 18 y 49 años de edad. Mueren más estadounidenses de esta franja de edad que por cáncer o por ataques cardíacos. Datos de los CDC señalan que más de 564.000 personas murieron entre 1999 y 2020 por sobredosis de algún tipo de sustancia opioide, incluyendo medicinas de prescripción y drogas como el fentanilo elaborado de manera ilícita. Los CDC indican que la tasa de defunciones por sobredosis de opioides pasó de 2,9 muertes por cada 100.000 habitantes en 1999 a 21,4 fallecimientos por cada 100.000 habitantes en 2020.

os CDC identifican tres oleadas de muertes por sobredosis relacionadas con el consumo de opioides en Estados Unidos:

La primera ola inició con un aumento indiscriminado de prescripción de medicinas opioides en los años 90, con un aumento de muertes por sobredosis con medicamentos recetados (naturales y semi-sintéticos y metadona) desde 1999. La segunda ola empezó en 2010, con un rápido incremento de muertes por sobredosis por consumo de heroína. Y la tercera comenzó en 2013, con un significativo incremento de muertes asociadas con el consumo de opioides sintéticos, particularmente con el fentanilo producido de manera ilegal.

El mercado de fentanilo ilegal continúa cambiando y puede ser hallado actualmente en píldoras y en combinación con heroína, cocaína y metanfetamina, de acuerdo con los CDC.

La maestra Nadia Robles, directora del Observatorio para la Salud Mental y Adicciones del Consejo Nacional para prevenir las Adicciones (Conadic) de México, afirma en entrevista con Sputnik que más de 80% de los fármacos opioides que se consumen en el mundo se ingieren en Estados Unidos.

El nuevo enemigo público de EEUU

El 14 de abril de este año, el Gobierno de Estados Unidos acusó al cártel de Sinaloa, en México, de ser el principal introductor de fentanilo a ese país, en lo que consideró como la amenaza de drogas más letal que ese país haya enfrentado jamás.

En un evento público donde estuvieron el fiscal general, Merrick Garland; la fiscal general adjunta, Lisa O. Monaco; el secretario de Seguridad Interior (DHS), Alejandro Mayorkas; el director del FBI, Christopher Wray, y la administradora de la Agencia Antidrogas (DEA), Anne Milgram, las autoridades informaron de la imputación por tráfico de fentanilo a 28 personas vinculadas al cártel de Sinaloa, entre ellas a tres hijos de Joaquín el Chapo Guzmán, exlíder de esa organización criminal, detenido en México y actualmente preso en Colorado.

"Los Chapitos [como se conoce a los hijos de Guzmán Loera] fueron pioneros en la fabricación y el tráfico de fentanilo, inundaron los Estados Unidos durante los últimos ocho años y mataron a cientos de miles de estadounidenses", afirmó Milgram, al presentar las acusaciones formales de los fiscales en al menos tres cortes federales del país norteamericano.

Según la imputación del Departamento de Justicia, el cártel de Sinaloa obtiene precursores químicos mayormente de China para elaborar fentanilo y otras drogas sintéticas, fabrica las drogas en México, traslada esas drogas a Estados Unidos y recolecta, lava y transfiere a México el dinero producto de la venta de los estupefacientes.

El fiscal general Garland dijo que se trata de "la operación de tráfico de fentanilo más grande, violenta y prolífica del mundo".

Pekín, sin embargo, ha negado que su país tolere o participe en el tráfico de esta droga, como lo han señalado las autoridades estadounidenses y mexicanas.

En una comparecencia el pasado jueves 27 de abril ante el Comité de Apropiaciones de la Cámara de Representantes, la titular de la DEA acusó a los Chapitos de traficar la droga por aire, tierra y mar, por túneles debajo de la tierra hacia bodegas a lo largo de la frontera, hacia puertos en ambos litorales de Estados Unidos y en "cada comunidad en medio".

"Para fomentar la adicción, los Chapitos esconden el fentanilo en pastillas que se parecen al OxyContin, Precocet o Xanax, lo mezclan con cocaína, heroína y metanfetamina", dijo Milgram ante los miembros del Comité.

"Vieron morir a una persona tras consumir una píldora de fentanilo frente a sus ojos y aun así fueron capaces de enviar ese mismo paquete de píldoras a Estados Unidos", afirmó la administradora.

Según el informe presentado el 14 de abril, la DEA infiltró al grupo criminal en el marco de una investigación de dos años. Agentes de 39 oficinas en 17 ciudades de EEUU y nueve países, incluyendo cinco ciudades en México, se involucraron en las pesquisas.

Las acusaciones contra los Chapitos, dijo la jefa de la DEA a los congresistas, "son solo el comienzo".

Adicción fomentada desde la farmacia

A inicios de los años 90, la farmacéutica Purdue Pharma diseñó dos medicamentos a partir de opioides: la oxycodona y la hydrocodona, que llevarían los nombres comerciales de OxyContin y Vicodin, famoso por la serie Doctor House, cuyo personaje principal es adicto a este fármaco.

A pesar de que las medicinas estaban diseñadas para atender a pacientes solo con algún tipo de dolor crónico, Purdue Pharma logró convencer a las autoridades estadounidenses de que estas medicinas no causaban adicción. Confabulados con compañías aseguradoras y a partir de esquemas de corrupción y presión, consiguió que estas medicinas fueran prescritas de manera indiscriminada por todo el país, cada vez a más personas, cada vez por más tiempo. En pocos meses, las farmacias y las calles del país se inundaron de opioides prescritos por miles de doctores.

"La FDA [Administración de Alimentos y Medicamentos] y los CDC, los dos órganos reguladores más importantes de Estados Unidos, se dejaron sobornar o convencer, de que los opioides que producía Purdue Pharma no eran adictivos. Lo que ellos dijeron es que podían prescribir esos medicamentos de manera libre para controlar el dolor", explica en entrevista con Sputnik el doctor Héctor L. Frisbie, director del Instituto de Salud Pública Binacional, con sede en Colorado, Estados Unidos, y especialista en tratamiento de adicciones.

De acuerdo con un informe de la Comisión Presidencial para la Crisis de los Opioides creada por órdenes del expresidente Donald Trump en 2017, Purdue Pharma patrocinó 20.000 eventos educativos para médicos y otros prestadores de servicios de salud en el manejo de tratamientos con opioides, señalando que el potencial adictivo era bajo, a pesar de que desde 1963 había estudios serios que advertían que el potencial de la oxycodona era similar al de la morfina.

Un antecedente de la prescripción indiscriminada de estas medicinas son los cambios en el manejo de dolor de pacientes en Estados Unidos, en parte impulsado por organizaciones de veteranos de guerra, pero también por la presión de las farmacéuticas. En la década de 1980, subraya el doctor Frisbie, incluso se inventó la escala del dolor y se describió el dolor como el quinto signo vital, junto con la temperatura, el pulso, la presión arterial y la frecuencia respiratoria.

"En los años 90, si un médico no le quitaba el dolor al paciente utilizando opioides, el seguro médico, a través del cual se le pagaba al hospital o al médico, le castigaba el pago, le hacía una deducción por la baja calidad en la atención de sus pacientes. ¿Qué hicieron los médicos y los hospitales? Empezaron a prescribir a todo mundo dosis altas de opioides para que no les castigaran el pago", afirma el médico especialista.

"El gremio médico fue obligado, fue forzado a prescribir estos medicamentos", dice el doctor Frisbie. Además, un paciente podía demandar al médico tratante por no quitarle el dolor.

Una promoción "agresiva" del OxyContin entre 1997 y 2002 llevó a un aumento de hasta 10 veces en las prescripciones para tratar dolor de moderado a severo no oncológico y en las prescripciones de otros opioides, de acuerdo con el informe de la Comisión Presidencial de Trump, encabezada por el ahora exgobernador de Nueva Jersey Chris Christie.

Las ventas de opioides recetados en Estados Unidos casi se cuadruplicaron entre 1999 y 2014, en gran parte pagadas por las compañías de seguros, se afirma en el reporte. Se calcula que a 1 de cada 5 pacientes con dolor no oncológico o diagnósticos relacionados con el dolor se le recetaron opioides en la consulta.

De 2007 a 2012, la tasa de prescripción de opioides aumentó de forma constante entre los especialistas más propensos a tratar el dolor agudo y crónico. En medicina del dolor se registró un aumento de 49%, en cirugía 37%, en medicina física y rehabilitación, de 36%, todo de acuerdo con el informe de la Comisión Presidencial de Trump.


El doctor Frisbie señala que estas medicinas también fueron recetadas a menores de edad porque habían convencido a las autoridades estadounidenses que esos medicamentos no causaban daños entre esta población, y esos mismos niños son los que, ahora de adultos, están consumiendo fentanilo ilícito, suministrado por organizaciones criminales.

"Se está pagando el precio de esa exposición crónica a cerebros de menores de edad a los opioides y ahora lo que hacen es que buscan ese tipo de sustancia a como dé lugar, y la sustancia más barata que hay en el mercado es la heroína", explica Frisbie.

De acuerdo con el médico, el 50% de los pacientes adictos a la heroína fueron expuestos a los opioides con una receta médica que se daba hasta por un trabajo dental o por una cirugía.

Fentanilo

"Los traficantes de drogas saben que el cerebro de una persona menor de 21 años tiene entre 60 y 70% de posibilidades de generar una adicción si se le expone a una sustancia psicotrópica, entonces se les dan drogas para que se induzca a la adicción y ya de ahí se volverán clientes”, explica el doctor.

"Los norteamericanos no quieren ver que el origen del problema son ellos", asegura el director del Instituto de Salud Pública Binacional.

Purdue Pharma se declaró en bancarrota a mediados de la década pasada y enfrenta actualmente varios litigios con gobiernos estatales y de algunos condados que exigen a la farmacéutica una indemnización por el daño causado a sus habitantes.

Altos mandos de la compañía han admitido en algunos de estos procesos judiciales que mintieron deliberadamente y engañaron a prestadores de servicios de salud sobre los efectos de sus medicamentos. También han aceptado su responsabilidad en la prescripción indiscriminada de opioides en Estados Unidos. Los litigios siguen en curso, pero hasta ahora ningún miembro la familia Sackler, dueña de la empresa, ha pisado la cárcel.





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