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Jon Bon Jovi, el secreto de su historia de amor que dura 40 años

Lleva 31 años casado con Dorothea a quien conoció en la escuela secundaria. De ella dice: “Me enamoré en cuanto la ví y eso no ha cambiado. Es mi roca”


Jon Bon Jovi, el vocalista de la banda Bon Jovi, que triunfó en los años noventa, ha tenido un año movido con sus propiedades. En febrero puso a la venta de su mansión de Nueva Jersey (Nueva York), un castillo de inspiración francesa con vistas al tranquilo río Navesink por 20 millones de dólares (unos 18,5 millones de euros); y en agosto la estrella de rock vendía por 17 millones otra casa que tenía en Florida para comprarse el mismo día una nueva vivienda en el mismo barrio por la que desembolsó 36,6 millones de euros. Sus idas y venidas inmobiliarias poco tienen que ver con la estabilidad que el músico ha demostrado en su vida privada.


En una entrevista que ha concedido a la revista People, como parte de la gira promocional de su último álbum, 2020, ha hablado de su historia de amor con más sinceridad que nunca: “Me enamoré de ella en cuanto la ví y eso no ha cambiado en 40 años”, afirma Jon Bon Jovi. El músico estaba acompañado durante el encuentro por su esposa a la que conoció en la escuela secundaria y con quien tiene cuatro hijos: Stephanie, de 27 años, Jesse, 25, Jacob, 18 y Romeo, de 16.


Una historia de amor duradero que no tendría mayor trascendencia si uno de sus protagonistas no perteneciera al mundo del rock, donde las relaciones sentimentales suelen ser volátiles y abundan los divorcios millonarios. No ha sido el caso de esta pareja que se conoció siendo adolescentes y que terminaron por casarse en 1989 cuando el cantante viajó en secreto a Las Vegas durante una parada de la gira Nueva Jersey. Desde entonces no se han conocidos fisuras públicas en su relación y ahora el artista dice que el único secreto del éxito de su relación es tenerse “respeto mutuo”. “Hemos crecido juntos y nos gustamos mucho. Queremos pasar juntos el rato”, dice Bon Jovi en la entrevista. A lo que su mujer añade en tono de broma en referencia a su esposo: “Siempre dije que era buena detectando el potencial. Tengo un don”.


Por el camino han pasado muchas canciones de éxito, largas giras recorriendo todo el mundo y muchas admiradoras, pero Jon asegura que su sólido vínculo con Dorothea es más fuerte que todas esas revoluciones mundanas. “Ella es, sin duda, mi roca”, dice de su esposa. El rockero reconoce, en cualquier caso, que para conseguir que su pareja funcione han “trabajado duro”. “Pero disfrutamos el uno del otro y nunca nos ha deslumbrado lo que las celebridades pueden hacer”, continúa explicando. “Hemos sido testigos de lo que ha sucedido a lo largo de los años con personas cercanas a nosotros y con otras que conocíamos de lejos. Escribo canciones, soy bueno interpretándolas, pero eso es solo lo que hago, no es quién soy”. “Solo pasas la vida y si creces compartiendo los mismos valores y ambos buscamos conocernos y respetarnos...”, interrumpió Dorothea; frase que Jon acabó diciendo: “Sobrevives”. Su esposa apoyó este final y añadió: “Nuestra prioridad siempre fue la familia, luego saber que estábamos haciendo las cosas bien e involucrarnos con la comunidad”.


Eso no significa que el cantante haya sido un santo. En 2007 reconoció que se había perdido "toneladas de cumpleaños y actuaciones escolares. “Dorothea sabía a lo que se atenía”, dijo entonces el entrevistador, “ella no llegó a mitad de camino. Lo que sí puedo decir es que no tengo una amante ni otra familia por ahí. Nunca leerás algo así sobre mí”. También habló sobre las drogas: “Eso de las drogas lo hice muy pronto. Pero me sirvió para aprender también muy pronto lo que eran y saber que estaba demasiado metido. Siempre he pensado que no tengo la estabilidad mental como para manejar las drogas”.


Jon Bon Jovi y su esposa Dorothea no han olvidado, a pesar de su éxito y la riqueza acumulada, el lugar en el que nacieron, Nueva Jersey, y realizan en la misma zona, donde también han vivido después, aunque de forma bien distinta, acciones solidarias de cara a la comunidad. Es otra de las cosas que les une. “Dorothea y yo estamos orgullosos de haber nacido y habernos criado en Nueva Yersey. Hemos criado aquí a nuestros hijos y estamos felices de poder contribuir a mejorar a la comunidad que nos ha dado tanto”, dijo en una antigua entrevista. Bon Jovi y su esposa fundaron en 2006 JBJ Soul Kitchens, una empresa sin ánimo de lucro que, a modo de restaurante, sirve comidas a personas en situación precaria en un ambiente al que también acuden clientes que pueden hacer donaciones voluntarias para ayudar a pagar los costes mínimos de esta iniciativa. “Cuando vemos injusticias o personas sufriendo, queremos ayudar. Tenemos la suerte y la capacidad de poder hacer eso”, explica ahora su esposa.


El grupo Bon Jovi, con su solista en el centro, antes de salir a una actuación en Rosemont, Illinois, en mayo de 1984.


Jon Bon Jovi se llama en realidad John Bongiovi y su trayectoria parece una historia de realización del típico sueño americano. Su padre era barbero, su madre fue conejita de Playboy y se conocieron mientras el primero era soldado en la Marina. Cuando John acabó el instituto, la situación económica de la familia le obligó a buscar un trabajo y recayó como fregasuelos en el legendario estudio Power Plant, donde Bruce Springsteen grabó Born in the USA. Grabó su primera canción en una cinta de casete y lo llevó a una emisora de radio local y fue la buena acogida de los oyentes la que le hizo conseguir su primer contrato discográfico, adoptar el nombre artístico de Jon Bon Jovi y fichar a sus compañeros de grupo: Richie Sambora, David Bryan, Tico Torres y Alec Such.


Triunfaron sobre todo entre las mujeres –más del 60% de los asistentes a sus conciertos eran chicas– y no tanto entre los puristas del rock, que criticaban por igual las exageradas melenas de los componentes del grupo como los clichés de sus canciones o la sonrisa de Jon Bon Jovi en un gremio acostumbrado a otra imagen más dura. Su rock con estribillos pop triunfó y tantos años después continúa en activo. Pero no todo ha sido de color de rosa. Cuando Jon no había cumplido aún los 30 años cayó en una depresión tras 16 meses ininterrumpidos de gira mundial en los que, según contó, solo podía mantenerse despierto recurriendo a los esteroides. Recurrió a un psicólogo en el que estuvo 15 minutos, pero decidió despedir a su representante, a sus agentes y a sus asesores. Se convirtió en el mánager de su propia banda y parece que no le ha ido mal manteniéndose fiel a sí mismo. La misma fórmula que parece haber usado para conseguir un matrimonio duradero en un mundo tan cambiante como es del del rock and roll.





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